lunes, 26 de enero de 2009

El arte de la propaganda









Este domingo venía un reportaje bastante interesante sobre Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi y sin duda uno de los genios que consiguió que el partido de Hitler ganase las elecciones en Alemania y diseñó la estrategia de comunicación una vez en el gobierno.

Vaya por delante, por si alguno tiene dudas, que obviamente no tengo ningún tipo de simpatía ni comparto nada con este tipo de personajes, pero es obvio que gracias a genios como este o Albert Speer, Alemania llegó a tener el poder mundial que tuvo en su momento.

Viene a cuento este post, ahora que van a empezar las elecciones gallegas, sobre lo que nos vamos a encontrar con más intensidad a partir de ahora.

Sin ánimo de compararlos, sí que los portavoces políticos de hoy en día emplean las once reglas de la propaganda marcadas por este ministro de Hitler, y que tienen como premisa considerar siempre al oyente como un ser inferior susceptible de ser modificada su opinión a base del uso de la propaganda.

A ver si os suenan:

1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".

4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5. Principio de la vulgarización. "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental que realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar".

6. Principio de orquestación. "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad".

7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer mucha gente que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.


Da miedo pensar en que manos tenemos hoy en día el futuro de nuestro país.

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