martes, 27 de enero de 2009

El dulce porvenir


Este es el título de una gran película de Atom Egoyam (The Sweet Hereafter) del 97, que trata sobre el drama en un pequeño pueblo canadiense tras la muerte de catorce niños en un accidente de autobús, y como de un abogado intenta reabrir la tragedia buscando a un culpable, al que sea.

Esto viene a cuento por lo sucedido estos días de temporal, en los que se ve reflejada la necesidad humana de culpar a alguien de los males que se producen.
El viernes pasado, el titular en la prensa gallega era el malestar de los padres porque les habían avisado a última hora de que al día siguiente no había clase por el temporal. Incluso llegué a ver a algún padre diciendo que eso ya lo sabían hace tiempo y que tendrían que haberlos avisado antes.
Al día siguiente en Cataluña sucedió la tragedia que todos conocemos y las quejas fueron sobre porqué no se habían suspendido las actividades deportivas.

Yo opino que muchas veces las desgracias o tragedias son eso, y no se puede buscar de manera fácil o rápida un culpable.

Este fin de semana hace un año de la muerte de mi padre. Nadie lo esperaba, a pesar de llevar diez días ingresado, ni siquiera los médicos, pero un día su corazón no aguantó más. A mi me consta que los médicos hicieron todo lo posible.
Sin embargo, recuerdo como mucha gente me preguntaba casi dando por hecho, si no había sido una negligencia médica su muerte.
Estas, sin duda, las hay, pero tratar de buscar culpables por no haber sido capaces de convertirse en dioses y hacer milagros, no me parece la mejor manera de afrontar la vida.

Esto lo relaciono con el post anterior, sobre el arte de la propaganda, y como los políticos y sobre todo los portavoces nos desprecian al intentar siempre sacar tajada de los males, culpando al enemigo.

Se nota que no tengo por mucha consideración a la clase política.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te tengo que leer mucho más...
te tengo que ver algún día, en Noia o en Santiago...

Saludos, joven Bryan...

El joven Bryan Superstar dijo...

pues eso, que a ver si nos vemos

pégame un toque cuando vengas por Noia