Mi mano tiene memoria pues recuerda tus formas.
Es la que supo que tenías frío cuando reconocía tu piel granulada y calor cuando se pegaba a tu cuerpo.
No olvida tus huesos bajo la piel al presionar tus movimientos ni tus espamos agradecidos.
Echa de menos tus demandas de cariño al hundir tu mejilla sobre mi mano y deslizarla suavemente acariciando todo tu rostro.
jueves, 8 de mayo de 2008
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